por Ximena Mart.
Hasta la primera visita de Shokry Mohamed en 1996 no había en Chile pañuelos para la cadera. Eran traídos en mano, así que su número era limitado, y muchas quedaban sin conseguir comprar uno.
En 1998 comencé yo misma a ir a Egipto para tomar clases, con unas listas de encargos de mis alumnas que superaban en mucho lo que se podía transportar en mano. Había tantas cosas hermosas para bailarinas que era un sufrimiento tener que restringirme a los kilos permitidos.
Hasta ese momento, la información de clases y las inscripciones pasaban por mi teléfono particular y, a veces, desbordaban mi capacidad de responder y registrar los llamados, y la paciencia de mi familia, especialmente para los eventos internacionales. Hacía tiempo que deseaba tener una asistente pero no tenía un lugar físico para ella. Entonces surgió la idea de poner una oficina/tienda.
Ya llevaba yo muchos años como clienta de tiendas similares en Europa, EEUU y en Egipto, y tenía claro lo que me gustaba y lo que me hubiera gustado encontrar en ellas. Ya me había dado cuenta que la selección de mercadería era muy superior cuando la tienda era de bailarinas expertas, en oposición a importadores que no tienen la experiencia de bailar o de tomar clases.
Por lo general cuando una compra un traje, después tiene que buscar quien te lo ajuste a medida, ya que es raro que queden perfectos sin tener que correr ni un broche. En Arabesca estamos apoyadas por un taller experto que realiza arreglos especializados. También tenemos una gran variedad de modelos de faldas y velos en más de 40 colores y una colección de accesorios, para que puedas conseguir todo lo necesario para tu presentación en un solo lugar.
En 20 años de experiencia, jamás había encontrado una malla para clases que me dejara satisfecha. Telas poco elásticas, poco lavables, mangas incómodas y nada de bonitas. Entonces trabajé durante meses en desarrollar la malla ideal de todo mi gusto, se hicieron decenas de pruebas y prototipos, hasta llegar a la malla que tenemos ahora. Es tanto lo que me la han copiado que ahora la llaman la “típica” malla. Pero no tiene nada de típico, en Egipto no hay mallas y en Europa nada que se le parezca. De hecho Serena Ramzy, Nur Banu y numerosas bailarinas que viajan por todo el mundo me encargan toda su ropa de clase desde hace años y me dicen que no las encuentran tan sentadoras, durables y bonitas en ninguna parte del mundo.
Estamos enviando a EEUU, Europa y varios países de Sudamérica. Con frecuencia vienen estudiantes y bailarinas de Argentina que comentan que en Buenos Aires no hay ninguna tienda como Arabesca, encuentran los precios muy convenientes, y se convierten en fieles clientas que encargan todo su vestuario a distancia.
También quiero mencionar al equipo humano en y detrás de Arabesca. Arabesca siempre ha sido atendida por mujeres que bailan y también por mí personalmente, de modo que podemos asesorar con propiedad desde nuestros conocimientos y experiencia. Por ejemplo qué traje va con qué danza, con qué accesorios y con qué música. Tras bambalinas hay un increíble taller de costura que me interpreta maravillosamente y tiene la paciencia de desarrollar los nuevos modelos una y otra vez hasta que queda tal como yo imaginaba, y realiza verdaderas hazañas en el arreglo de trajes, como agrandar y reproducir el bordado sin que se note. También realizò todos los vestuarios para las presentaciones del grupo de danza Arabesca.
Al principio pensé que Arabesca sería una parte comercial y organizativa a la que no iba a dedicar mucho tiempo, pero he ido descubriendo varios aspectos que me inspiran y me entretienen muchísimo. Ahora cuando voy a Egipto puedo comprar TODO lo que me gusta y hasta crear diseños exclusivos para Arabesca. También me resulta muy gratificante diseñar, desde la idea hasta la realización, y luego ver cómo funciona en diferentes tipos de cuerpos y cómo combina con mis otros modelos. Todos los trajes, caderines y accesorios son elegidos personalmente por mí en Egipto, buscando siempre la más alta calidad, y al traerlos directamente sin intermediarios los precios son totalmente accesibles.
Pero lo que más me gusta es recibir a quien llegue, principiante o profesional, y ayudar a que encuentren el “look” más apropiado para su cuerpo, realzar atributos, disimular imperfecciones para lograr lo mejor de sí y mostrar todo su encanto. Es una experiencia muy venusina, a veces muy sanadora para algunas que nunca se habían sentido tan hermosas, y me resulta fascinante ayudar a sacar mariposas de sus capullos.
Esta entrevista ha sido publicada en la Revista Awalim y está siendo reproducida con autorización.